Ayer por la noche fuimos al estreno de una película. Normalmente, no es algo que me guste hacer porque invariablemente me veo obligado a decir a los directores (si me preguntan) : "lo has hecho otra vez". Esto de los estrenos lo vengo haciendo desde hace demasiado tiempo para saber que o mi opinión no cuenta mucho o cuenta todavía menos si no tengo algo que decir. Así que normalmente, no digo nada.
La película se llamaba: "El mundo es nuestro" , dirigida, escrita y protagonizada por Alfonso Sánchez.
Era, repito, una película española.
La sala estaba repleta. La introducción fue informal y la buena predisposición del público era palpable. La mayoría del casting y de los técnicos llegaron de Sevilla e hicieron la presentación antes de la película como un tributo al director y al equipo responsable de darles protagonismo antes de que la película empiece. Sin embargo, no creo que nadie estuviera preparado para recibir la increíble pieza de película que estaban a punto de disfrutar.
La película abre con una escena que coloca "alta la barra", en términos de energía y nos sitúa en medio de un torbellino de alta y baja comedia, comentario social, gags visuales, idiosincrasia andaluza y extremo coraje y compromiso. Al final de este primer plano, la audiencia rompió en aplausos y la película nos regaló unos créditos realizados en animación de los que Saul Bass hubiera estado orgulloso: maravillosa oportunidad de disfrutar en negro, blanco las siluetas rojas.
Realmente, no quiero decir mucho acerca de la película porque no quisiera estropear la sensación al verla por primera vez y tampoco quisiera que la expectación fuera demasiado alta.
El origen de los personajes reside en una serie de pequeñas películas que explotaron en internet hace dos años y todavía hoy tiene el mérito de que se repiten las visitas, no sólo por su diálogo increíble (fuimos testigos de un "Tarantino andaluz" haciendo poesía del día a día, divertido y original), sino también porque son observaciones sociales, muy muy inteligentes, de arquetipos
El dialecto sevillano puede que no sea entendido al principio en todo su detalle por todo el mundo, pero es parte del disfrute de esta película; porque no habla mal de nadie. Y además, es una excelente excusa para verla una segunda vez.
Sinceramente, esta es una de las mejores comedias que he visto en los últimos diez años. Tiene un corazón grande, interpretaciones con total compromiso de todos los que actores que forman parte de la obra coral. Los dos protagonistas, Alfonso Sánchez y Alberto López, se inspiran de los personajes creados en sus cortos distribuidos por internet, pero elevan su manera de comunicar al nivel de una canción y debajo de todo ello esta la alegría de pertenecer a una comunidad, que es lo que realmente toca a todos los enamorados del cine.
Es en realidad, una carta de amor a la energía, tradición, gracia, fealdad y elegancia, y lo absurdo no solo de Sevilla pero de toda España.
Es un "Capra" puro. Las observaciones sociales y políticas están empaquetadas en humanidad, humor y corazón. Si no has visto una película española desde hace tiempo, te recomiendo que veas ésta sin reservas. Te preguntarás a ti mismo: "¿Por qué no puede ser así más a menudo?"
En vez de decir una frase hecha como: "lo has hecho otra vez", esperarás que lo hagan otra vez más a menudo.
Scott Cleverdon
Fundación First Team